Con la llegada del calorcito (demasiado calor ya por aquí...), me vinieron a la cabeza aquellas tardes comiendo los mejores polos del mundo con mis primos.

Aquellas tardes en las que nos íbamos a dar la vuelta a la manzana, pasábamos por la casa de su abuela y nos comíamos todos los que ella tenía.

Cuando nos hacíamos los cocinitas y nos pasábamos toda la tarde en la cocina haciéndolos, esperando que estuvieran congelados y luego ¡comiéndolos!

Siempre me había hecho especial ilusión ir de picnic. Pero un picnic con todos los detalles: mantelito, cubiertos de plástico y por supuesto, ¡con cesta!

Aprovechando las buenas temperaturas que están haciendo últimamente, me decidí a hacer uno por sorpresa el pasado domingo, que además coincidía con una fecha un tanto especial.

Una de las costumbres que siempre tengo pendiente retomar es la lectura.

Antes devoraba libros, pero ahora me cuesta mucho. Cada vez más.

Puedes pensar que puedo sacar algún hueco todos los días para leer algo. Pero créeme que no.

Es llegar a mi casa a las 21:00h aproximadamente, cenar y caer redonda en la cama.

Aún así, el mes pasado me leí un libro en pocos días. (Ya te hablaré en otro momento de él.)

Hoy vengo a escribir sobre un libro que leí en el mes de Enero, y que seguro que has escuchado hablar de él.

¿Conoces a August?

Con motivo del Día Internacional de los museos (18 de Mayo), la noche del pasado sábado 20, los museos y espacios expositivos de Cartagena abren sus puertas para ofrecernos una oferta cultural variadísima y un ambiente que sólo se vive esa noche: la noche de los museos.

Según la RAE (Real Academia de la Lengua Española), la definición de amistad es: "Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato".

Amigos son los que te escuchan, los que te apoyan, los que te hacen sentir importante, los que sientes cerca aún estando lejos, los que ni la distancia te hace olvidarles.

Y es que todos coincidiremos en que a lo largo de la vida, muchos son los que pasan haciéndose llamar "amigos" cuando en realidad no lo son.

Sin embargo, los verdaderos amigos son los que podemos contar con los dedos de una mano, incluso hasta nos sobren dedos.

Esas son las personas que de verdad tenemos que conservar, los que no nos van a fallar.